desde ahí que desprecio a los jaivas, escucho roberto ester, tengo las manos agarrotadas porque mis guantes los regalé, al igual que mis ojos, ya no voy a pensar más, no me gusta que te preocupes por preocuparte de mi y no te preocupes por mi. no me importa la materia, no me gusta ser materia, no existir ni trascender, me encanta la negra ester, me encanta la vie en rosé, me encantan sus notas anticuadas, me gustan las palabras, las utilizo y reutilizo y mal utilizo hasta quedar conforme con sus infinitas combinaciones, tengo problemas al pronunciar la errrre, no lo había notado, por ahí lo dijeron, tengo problemas con el olvido y con el frío y ahora me desgarré algo más que la pierna. anoche el frío era tan grande que mi adentro más adentró del alma del cucharón tuvo que sacar refuerzos para mantenerse viva. los ojos se caen un poco, queda tanta noche, tantas otras noches, tantos días, que yo me vuelvo loca pensando en qué pueda suceder en la proximidad de los soles, lunas, lluvias, nubes. en el coincidir remoto de algunos seres vivos, me sorprendo con los ritmos y enfrento mis miedos con valor, a veces me gustaría tener un poco más de ganas de estar viva, pero luego pienso que debo hacer energías y simplemente lanzarme al abismo de lo desconocido y dejarme encandilar por la sorpresa, como la niebla de anoche, que al parecer fue la última, al igual que aquél libro. tecito calientito para calentar la guatita y un buen tema sonando. me encanta dejar los dedos salir furiosos, desprevenidos, mal genios y melancólicos, a veces enamorados de sus propias ideas, apasionados por provocar que los pelos se ericen, apasionados por expresar algo más que una frase bonita. empapados de fuego, de fuego limpio y puro de antorchas. y así
Jun 24, 2009
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