Tan preocupados del qué dirán, que ahogan sueños en un vaso de leche, no permiten sus mentes fluir, tienen miedo de que no los acepten por ser distintos, miedo de que los castiguen por portarse mal. Tampoco creen, se jactan de tener fe pero su fe es vacía es un fantasma que recorre sus almas y se jacta de aliviarlos, pero no lo hace, son ellos mismos los que se alivianan por un rato y luego se lanzan nuevamente al abismo del vivir aproblemados, cuestionando todo lo que sucede porque tienen miedo del suceder ajeno, tienen miedo de que cometamos errores, pero no confían en que tenemos inteligencia y que de los errores se aprende y yo no soy una sabia ni mucho menos, pero hartos errores ya llevo en el cuerpo. Ellos piensan que no lo vamos a lograr nunca, pero somos jóvenes, con tanta energía, con tantos sueños, que me encantaría poder transmitirle un poco de esta vitalidad en sus poros algo gastados, en su alma un poco arañada de dolor, porque nunca lograron descubrir, que a pesar de los problemas que puedes llegar a traerles a su vida, hay una parte, quizá una pequeña parte que si ellos quisieran conocer, los haría inmensamente felices. No me mato, me cultivo. Y ya estoy aburrida de hacerlo entender a gente sin oídos ni visión. Caras vemos, corazones no sabemos.
Mar 28, 2009
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