Sentada en la banca donde siempre esperaba pasar la micro, se quedó dormitando en la mañana, temprano, estaba gris de tanta mañana furtiva, aire espeso de mañana fría. era una de esas mañanas donde darías cualquier cosa por una buena taza de chocolate caliente y un cigarro, por mientras que esperás la micro, que todos los ruidos de la maldita ciudad se detengan y puedas descubrir el murmullo del cigarro cuando se está quemando, cuando de a poco consume su humo en tus pulmones algo contaminados ya de tanto relajo autodenominado 5 minutos de felicidad, o sea cigarro. esperando, esperando, veía como aumentaba el caudal de trabajadores, estudiantes, parejas felices, niños mañosos, abuelos sabios y ella ahí, tranquila. se daba el tiempo de analizar cada persona cual fuera una psicoanalista, de esas que salen en las series gringas, bien sobreactuadas. se acordó cuando era chica, soñaba con ser chef en algún programa de televisión y cocinaba uno que otro inventoal cual le ponía de apellido su nombre. huevos a la lucía.
le pareció raro darse cuenta, cómo pasa el tiempo. cómo la vida es un abrir y cerrar los párpados, cuando los cierras los abres y ya tenés sus patillas. ella no quiere tener arrugas en la boca, de esas que le salen a las viejas por tanto fumar, no quiere tener celulitis, ella quiere ser bella para siempre.todos los días cuando al restregarse el ojo se desprende de este una pestaña y ella sueña, siempre sueña con amar tanto a alguien, que desea cada día al restregarse el ojito llorar de amor.
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