Corte de ruta y asamblea
Te miro pasar de reojo, pero mi boca está ocupada en ritmos indescriptibles y te espero ahora, pero cuando quiero no vienes y te vas lejos donde ni siquiera puedo olerte. Donde mis recuerdos de fantasmas hacen más que extrañarte, hacen inventarte una sombra que no existe, que no mira ni conoce y un beso, de esos tiernos y fugaces, una conversación cortita y una mirada lesa. Sigo escribiendo, como si escribir fuera el desahogo a mi reaparición infinita, como si mis soles fueran tus lunas y tus olores fresca brisa de la mañana y como si tus pasos fueran mi agonía nerviosa y anhelante de retratos puros, más puros y desnudos, poseerte como si fueras solo un cuerpo cansado. Lograr tocarte con estas manos metafóricas y besarte con estos labios surreales, que escapan, se escapan de la realidad, para susurrarse heridos de espera, rugientes de hambre y malparidos de tanto invierno en sus calientes sentimientos de prostituto. Ahora espero que salgan, escribo como si todo fuera una agonía de alguien que no conozco, pero espero. Y miro de reojo a ver si tus ojos me miran, a ver si existe un encuentro fugaz que logre retratar en actos vivos mi momento imaginario, pero no aparece. Está detenido en sus quehaceres más remotos y me pregunta qué hago y me pide explicaciones y me reta por no querer escupir ni una sola palabra de mi soledad cansada. porque no me conoce ni lo intenta, tampoco quiere que yo venga a mostrarme como soy. Sólo quiere que aparezca y sea fácil mi retrato purificado, purificado y desnudo de tanto mal, de tanta suciedad embriagada, drogada, adormecida con espera y hambre y sed. Acumulada.
Los vientos quieren que exista reencuentro, los vientos dicen que existe un lugar más bueno, ellos tienen la certeza de una sombra que aún no existe. Ellos quieren retratarme como soy y luego dejarme muda y sin explicación. Quieren que lea todo lo que escribo. Pero no conocen lo que escribo, ni siquiera intentan conocerlo. Ellos obligan, mas no cambian, no atribuyen ni solidarizan. Estás sola, caminando y resguardando tan solo tu propio pellejo, que ya ni de pellejo tienen tanto. Que venga alguien y me deje quieta y se vaya luego así sin más. Sin mirarme con caras desconocidas, sin quedarse en silencio incómodamente abrupto. Que llegue alguien y se detenga por haber visto tanta luz y se detenga un tiempo y quede marcado ese momento como el crucial en la existencia. Que estos versos los lea alguien y diga algo interesante, algo desubicado, algo. Que mis lágrimas sean dulces y el odio sea como la miel derretida y caliente. Que el amor aplaca el odio, que la vida es para los valientes, que el destino no existe y uno juega sus propias cartas, y yo todavía no aprendo a jugar cartas. Que la noche pase y el amanecer me espere, hasta quedarme dormida con el sonido de sus aves madrugadoras y ronquidos fuertes de la otra pieza. Que mi conciencia deje de ser culpable y no exista auto represión en los actos. Que el odio se vaya y simplemente quede un desierto de muda indiferencia, de colmada paz y purificación callejera, que nunca más tenga que toparme con ese daño que produce un desierto en el corazón, que mis versos no se detengan, que vuelen solos por el viento que no corre en esta ciudad atascada y hundida en la geografía de sus paisajes. Que la vida pare un rato y me deje aquí o que avance rápido y me deje lejos, cualquiera de las dos opciones me sirve. Que exista una buena forma de aplacar la tristeza cuando quieres que todo sea perfecto. Que se vayan luego y me dejen sola, quieta y drogada de tanta seguridad en sus actos, que se arrepientan de haberse ido y luego lleguen con más amor y me devuelvan todo. Pero que no haya más desierto, que no exista la penumbra, que exista solo cuando esté amando.
Te miro pasar de reojo, pero mi boca está ocupada en ritmos indescriptibles y te espero ahora, pero cuando quiero no vienes y te vas lejos donde ni siquiera puedo olerte. Donde mis recuerdos de fantasmas hacen más que extrañarte, hacen inventarte una sombra que no existe, que no mira ni conoce y un beso, de esos tiernos y fugaces, una conversación cortita y una mirada lesa. Sigo escribiendo, como si escribir fuera el desahogo a mi reaparición infinita, como si mis soles fueran tus lunas y tus olores fresca brisa de la mañana y como si tus pasos fueran mi agonía nerviosa y anhelante de retratos puros, más puros y desnudos, poseerte como si fueras solo un cuerpo cansado. Lograr tocarte con estas manos metafóricas y besarte con estos labios surreales, que escapan, se escapan de la realidad, para susurrarse heridos de espera, rugientes de hambre y malparidos de tanto invierno en sus calientes sentimientos de prostituto. Ahora espero que salgan, escribo como si todo fuera una agonía de alguien que no conozco, pero espero. Y miro de reojo a ver si tus ojos me miran, a ver si existe un encuentro fugaz que logre retratar en actos vivos mi momento imaginario, pero no aparece. Está detenido en sus quehaceres más remotos y me pregunta qué hago y me pide explicaciones y me reta por no querer escupir ni una sola palabra de mi soledad cansada. porque no me conoce ni lo intenta, tampoco quiere que yo venga a mostrarme como soy. Sólo quiere que aparezca y sea fácil mi retrato purificado, purificado y desnudo de tanto mal, de tanta suciedad embriagada, drogada, adormecida con espera y hambre y sed. Acumulada.
Los vientos quieren que exista reencuentro, los vientos dicen que existe un lugar más bueno, ellos tienen la certeza de una sombra que aún no existe. Ellos quieren retratarme como soy y luego dejarme muda y sin explicación. Quieren que lea todo lo que escribo. Pero no conocen lo que escribo, ni siquiera intentan conocerlo. Ellos obligan, mas no cambian, no atribuyen ni solidarizan. Estás sola, caminando y resguardando tan solo tu propio pellejo, que ya ni de pellejo tienen tanto. Que venga alguien y me deje quieta y se vaya luego así sin más. Sin mirarme con caras desconocidas, sin quedarse en silencio incómodamente abrupto. Que llegue alguien y se detenga por haber visto tanta luz y se detenga un tiempo y quede marcado ese momento como el crucial en la existencia. Que estos versos los lea alguien y diga algo interesante, algo desubicado, algo. Que mis lágrimas sean dulces y el odio sea como la miel derretida y caliente. Que el amor aplaca el odio, que la vida es para los valientes, que el destino no existe y uno juega sus propias cartas, y yo todavía no aprendo a jugar cartas. Que la noche pase y el amanecer me espere, hasta quedarme dormida con el sonido de sus aves madrugadoras y ronquidos fuertes de la otra pieza. Que mi conciencia deje de ser culpable y no exista auto represión en los actos. Que el odio se vaya y simplemente quede un desierto de muda indiferencia, de colmada paz y purificación callejera, que nunca más tenga que toparme con ese daño que produce un desierto en el corazón, que mis versos no se detengan, que vuelen solos por el viento que no corre en esta ciudad atascada y hundida en la geografía de sus paisajes. Que la vida pare un rato y me deje aquí o que avance rápido y me deje lejos, cualquiera de las dos opciones me sirve. Que exista una buena forma de aplacar la tristeza cuando quieres que todo sea perfecto. Que se vayan luego y me dejen sola, quieta y drogada de tanta seguridad en sus actos, que se arrepientan de haberse ido y luego lleguen con más amor y me devuelvan todo. Pero que no haya más desierto, que no exista la penumbra, que exista solo cuando esté amando.
No comments:
Post a Comment