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Calipsos anaranjados entre verdes susurros, te propongo, me propones, nos queremos de mentira. sí, y los lilas se quedaron rojos de tanto mirarse morados. frecuencias esporádicas de días submarinos, difusos como ellos solos carcomen y venusafrodean cada nota que estimo y preciso como mía y me dejan en un estado algo más que agradable al tacto y al gusto de las más cándidas fronteras del universo de mis venas. trastornos subversivos que proponen con su canto, interpretan mis magnánimas fronteras corporales y, errabundas como ellas solas, salen saltan, cruzan los límites de lo insoslayable para adherirse en los confines de lo frondoso e irrefutable, días nublados en los cuales pretendo no descubrirme, mas decido esperar a que una inadecuada y fría sorpresa me haga levantar, inocua como ella sola, acrisolada a ratos, pero persistente e inmutable a la hora de venir, y me miente con sus heladas manos que ya no me deja tocar con las mismas ansias de la otra noche. tengo que partir y en cada paso resumo más notas pictóricamente musicales para atestiguar mis pensamientos errantes, como vientos de medioevo, como soles prehistóricos. diversos son los motivos, pero cuando aparece el problema me escabullo como una alimaña primitivamente inocente, para no conocer los motivos principales y para que en vez de nubes hayan siempre estrellas y lunas menguantes y llenas. para que en vez de frenesí haya tiempo y momentos y claros cierres de ciclos dañinos y desconsolados